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Enrique Montero  con el Sevilla FC
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ENRIQUE MONTERO, X DORSAL DE LEYENDA DEL SEVILLA FC

05/10/2017
Entradilla
Se reconoce la dilatada trayectoria de un jugador de calidad sublime. 11 temporadas, 323 partidos y 52 goles de un portuense que encarnó como nadie aquello del fútbol hecho arte y filigrana
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El Sevilla FC, a instancias de su Área de Historia, ha designado a Enrique Montero como X Dorsal de Leyenda. Montero se une de esta forma al selecto grupo que conforman Juan Arza, José María Busto, Marcelo Campanal, Ignacio Achucarro, Antonio Valero, Paco Gallego, Enrique Lora, Curro Sanjosé y Antonio Álvarez, todos ellos galardonados con la máxima distinción que la entidad concede a los que han sido sus ex jugadores.

Montero fue uno de los referentes de la escuela sevillana entre la segunda mitad de la década de los 70 y la de los 80 del pasado siglo, dando sus mejores años de fútbol al Sevilla FC. Natural de El Puerto de Santa María, llegó a Nervión de juvenil, teniendo un paso casi fugaz por el Sevilla Atlético, ya que debido a sus magníficas condiciones futbolísticas y a su manera primorosa de jugar a la pelota, Santos Bedoya lo aupó pronto al primer equipo. El gaditano militó en el Sevilla 11 temporadas, pero estuvo diez de ellas de forma consecutiva de rojiblanco, al ser cedido al principio dos años al San Fernando. Sumó 323 partidos, 10 en Segunda División y nada menos que 237 en Primera -y 39 goles-, a los que hay que sumar 62 de Copa del Rey -11 goles-; ocho de Copa de la Liga y 6 de Copa de la UEFA -2 goles-.

Lo mismo regalaba quiebros en un palmo que enviaba pases precisos para crear ocasiones de gol. Su fútbol era un espectáculo

Montero, que no era muy goleador (marcó 52 goles) empezó de delantero centro, pero su perfil de calidad por arrobas le hizo bajar a la demarcación de centrocampista; le faltaba campo para desbordar su gran calidad y para servir a sus compañeros balones claros de gol. Podía parecer algo lento desde la grada, pero sus cualidades le proporcionaban una pausa y un tempo futbolístico que lo mismo regalaba quiebros en un palmo de terreno y regates en corto, que enviaba -gracias a sus gran visión de juego y a su técnica depurada- pases precisos para crear ocasiones de gol en el área rival. Su fútbol era un espectáculo que levantaba a la afición de sus asientos y siempre ofrecía recitales plenos de imaginación y goles de bella factura. Con Cardo disputó dos UEFAS seguida.

De los mejores centrocampistas de arte del Sevilla en toda su historia durante una década, Montero no pudo trasvasar su gran calidad a la selección española al ser muy castigado por las lesiones. Sólo fue internacional en tres amistosos. España se perdió al que hubiera aportado una impronta distinta al combinado nacional en el esperado Mundial 82 disputado en nuestro país, que transcurrió con más pena que gloria para los de Santamaría. Con todo, el recuerdo más amargo, que truncaría en parte la trayectoria del gaditano fue la tarde en el Trofeo Carranza en unas semifinales ante el Palmeiras que el Sevilla ganó 5-0. El defensa brasileño Polozzi, quizá desesperado por los gambeteos imposibles de Montero, le propinó una entrada alevosa que le produjo una gravísima lesión, rompiendo varios ligamentos de una de sus rodillas. Nefasta jornada al pie de su bahía natal, unida al hecho de que el FC Barcelona, admirado con el juego del sevillista, dicen que lo tenía hecho con el Sevilla para incorporarlo a sus filas. Dónde podría haber llegado Montero, jugando en un grande, pero eso ya quedó en la campo del deseo y no en el de la realidad.

Tras trece temporadas en el Sevilla FC, jugó cuatro en el Cádiz para retirarse en el Racing Club Portuense. Sólo una grave lesión en el Carranza impidió que se consolidara en la selección española

Podía parecer un futbolista frágil, pero Montero tuvo una constancia a prueba de bomba tras pensar el sevillismo que podría haber perdido de forma definitiva al fino jugador gaditano. La recuperación no fue fácil, realizó un duro trabajo y demostró que no se dio por vencido. Y se puso de nuevo al nivel de sus compañeros. Militó en el Sevilla hasta 1986. Después jugó en el Cádiz cuatro temporadas más hasta 1990, para terminar retirándose en el Racing Club Portuense. Montero -además del escudo sevillista- tiene en su pecho el escudo de oro del Sevilla FC, como brillante colofón a su excelente carrera futbolística. Su visión de juego y su arte con el balón en los pies permanecerá siempre en la memoria de la afición nervionense. Tal vez más que ningún otro, el fútbol hecho arte y filigrana.