Marcelo Campanal, III Dorsal de Leyenda
2011

Marcelo Campanal (Avilés, Asturias, 13-febrero-1931) fue un portento de la naturaleza que ajustó el fútbol a su medida. Encarnaba al mitológico Apolo con un balón en los pies. Un asturiano de naturaleza superlativa que sacó pecho ante todo y ante todos, saliendo casi siempre triunfante de las encarnizadas luchas que protagonizó con los mejores delanteros de su época. Su historia futbolística comienza incluso antes de nacer porque ya entonces su tío Guillermo triunfaba en el Sevilla FC. Por eso cuando comenzó a despuntar en el Avilés, el más gordo matador de los Stukas lo trajo para probar suerte en el equipo que tanto le dio a él.

Marcelo llegó a la capital de Andalucía por el río. Embarcó en San Juan de Nieva con 16 años y, tras cuatro días de viaje, atracó en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). De ahí al muelle de las Delicias, donde su tío Guillermo le esperaba con los brazos abiertos. Pasó por dos cesiones antes de firmar por el primer equipo en el verano de 1950. Tenía 19 años y sus impulsos futbolísticos fueron arrebatadores. El vigor que aplicaba en cada acción desconcertó en un fútbol de la época, mucho menos físico que el actual. Marcelo fue un adelantado a su tiempo.

Orgullo y compromiso

La alternativa le llegó un 12 de diciembre, ante el Athletic Club, cuando se lesionó Venys y tuvo que suplirlo. Desde entonces no abandonó la titularidad hasta bien entrados los 60, jugando 403 partidos oficiales con el Sevilla FC. En dos ocasiones fue subcampeón de Liga y otras dos de Copa, pero ni siquiera el hecho de no haber logrado títulos rebajó el impacto histórico que constituyó su figura para el Sevillismo.

Campanal fue un jugador noble que dadas sus condiciones atléticas atormentaba a los mejores ‘nueve’. Amargó a Di Stefano y Kubala en incontables ocasiones. Por eso era codiciado. Fue el central que Helenio Herrera quiso llevarse consigo a Barcelona e Inter de Milán tras su estancia en Nervión. Pero Marcelo, además de bravo era fiel y jamás se planteó una salida, como tampoco el club, pese a que llegaron ofertas por él verdaderamente mareantes, sobre todo una del Madrid que ofreció 20 millones del momento.

Héroe de Estambul

La leyenda de Marcelo se hizo extensiva a la selección. Campanal fue un fijo con España en la década de los cincuenta e incluso fue capitán con sólo 23 años, el tercero más joven luciendo la camisola nacional. Su mejor página la escribió, paradójicamente, en una de las derrotas más severas que sufrió el combinado español. Un duelo a doble partido ante Turquía para lograr la clasificación al Mundial de Suiza 1954. España ganó la ida en Madrid, pero en la vuelta cayó en Estambul, víctima de una auténtica encerrona. Campanal fue de los pocos que plantó cara a los turcos, dada su natural entereza. Días más tarde agrandó su actuación en el desempate jugado en Roma, que acabó 2-2. La mano inocente de un niño italiano clasificó a los turcos, pero a la llegada a Barajas de la selección, Campanal fue el único vitoreado, entre silbidos y gritos contra el seleccionador y otros jugadores.

A nadie extrañó que en 1954 fuera nombrado deportista español del año, por delante de los mediáticos Kubala y Zarra. Campanal era un emblema que sobrepasó los límites del Sevilla, simbolizando la recurrida furia española. Su valentía le jugó malas pasadas, pero nadie dudó jamás de la nobleza de su fútbol. En 16 campañas sevillistas sólo en 2 ocasiones fue expulsado.

Aquel Carranza deshonroso

El compromiso con el Sevilla de Campanal II, como así se hacía llamar, no cayó en saco roto para la afición, que llegado el momento dio la cara por su líder. En el Trofeo Carranza de 1958 el Sevilla disputaba su cuarta final consecutiva ante el Madrid de Di Stefano. Campanal hizo una entrada a Santisteban y los directivos del Madrid, con Bernabéu a la cabeza, protestaron diciendo que, si en el descanso no salía del campo el asturiano, su equipo se retiraba. Las presiones surtieron efecto y la directiva sevillista aceptó suplir a Marcelo por Maraver. La afrenta no pasó por alto en el Sevillismo, que meses después en asamblea general por amplia mayoría aprobó no jugar más el torneo gaditano. Postura que se mantuvo hasta los años 80.

Campanal II fue un futbolista tan formidable que incluso se le hizo un partido homenaje antes de dejar Nervión. Fue contra el Flamingo, 1-0 con gol de Diéguez, el 30 de agosto de 1965, con el estadio lleno. Estuvo un año más y en 1966 se marchó a La Coruña, para colgar las botas en el Avilés y dedicarse después al atletismo, una disciplina en la que batió todo tipo de récords en sus años mozos, que no fueron homologados por su condición de futbolista. Su último partido fue ante el Sabadell, un 20 de marzo de 1966… Cinco décadas después el recuerdo del otrora conocido como Huracán de Avilés o Capitán Maravilla sigue indeleble en Nervión.

El 22 de noviembre de 2011 el Club reconoció su trayectoria concediéndole el III Dorsal de Leyenda, en presencia de su familia, su alcaldesa de Avilés, Consejo de Administración, cuerpo técnico, capitanes y centrales del primer equipo y más de 30 excompañeros. El presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, le condecoró además con la insignia de oro y brillantes de la entidad.