Antonio Valero, V Dorsal de Leyenda
2012

Antonio Valero (Madrid, 31-marzo-1932) fue un jugador de club, un hombre expeditivo, veloz, contundente y sobrio pero, sobre todo y ante todo, muy regular. Considerado por muchos el mejor lateral izquierdo del Sevilla FC de toda su historia, jugó 231 partidos, ejerciendo en muchos de ellos de capitán, desde 1954 a 1964. Todo comenzó en Larache, cuando siendo jugador del Córdoba CF cumplía con el servicio militar. Fue allí, en tierras africanas, donde recibió la llamada de José María de la Concha, a la sazón secretario técnico cordobesista, quien le comunicó su inminente fichaje por el conjunto de Nervión. Fue la primera piedra para construir una historia futbolística de verdadera leyenda.

En su primer año se encontró con el hombre que lo pidió, Helenio Herrera, que compuso una línea defensiva inolvidable, posiblemente la mejor que hubo y habrá jamás. Por la derecha Guillamón, en el centro Campanal y en la izquierda Valero, un defensa de raza, duro, pero con estilo y talento, un carrilero sin fin. Fue siempre un fijo. En su primer año peleó la final de Copa que perdió 1-0 ante el Athletic Club. El gol vasco, de hecho, fue provocado por un mal despeje de Valero, una acción que nunca se perdonó, pero que el Sevillismo nunca lo tomó en cuenta, dadas sus excepcionales cualidades y su indiscutible entrega futbolística.

Debut con España junto a Di Stefano y Luis Suárez

Valero acrecentó su sello de jugador infranqueable. Podía pasar el balón, pero no el jugador. Sus duelos con el canario Miguel González, del Atlético de Madrid, adquirieron un matiz épico. Era la firma de un futbolista indomable, que en 1957 logró su ansiado debut con la selección española, justo el mismo día que dos gigantes del fútbol patrio: Alfredo Di Stefano y Luis Suárez. En esa campaña, después de ser subcampeón liguero en la 56/57, Valero jugó con el equipo nervionense la Copa de Europa, junto a otros Dorsales de Leyenda como Juan Arza o Marcelo Campanal, con el que ya a finales de la década formó otra línea defensiva envidiable junto a Santín, en el Sevilla de Luis Miró.

En la década de los 60, en plena presidencia de Guillermo Moreno, firmó su último contrato en blanco, prueba del compromiso que siempre exhibió por el club de Nervión. Comenzaron al poco los problemas. En un derbi copero en el 62, cayó lesionado en la victoria 5-3 ante el eterno rival. Varias rondas después, el Sevilla se plantó en la final contra el Madrid, en el Bernabéu. Valero no llegó a tiempo y desde la grada tuvo que sufrir como su Sevilla perdía 2-1 frente al equipo de su tierra, que no de su vida.

Grave lesión que adelantó su marcha

La 62/63 fue la última en los terrenos de juego. Todo sacrificio, Valero, que ya contaba 32 años, seguía siendo titular indiscutible. Por eso no podía imaginar aquel 19 de mayo del 63, en Copa contra el Betis, que jugaría su último partido oficial con la camiseta sevillista. Inesperado adiós, porque en el posterior verano una grave lesión le dejó varios meses fuera de juego. Luchó y logró volver, pero Otto Bumbel no le devolvió al once, relegándolo sólo a amistosos. El 30 de junio del 64 fue su último día como jugador sevillista. Su compromiso era tal, que aún a sabiendas de que no seguía, el 28 de junio accedió a disputar un amistoso en el Trofeo Sánchez Pizjuán, ante el Málaga, en un equipo plagado de canteranos.

Valero entró en el mundo de los banquillos como segundo de Juan Arza, y tras la marcha del navarro se incorporó al cuerpo técnico de los escalafones inferiores, dirigido por Diego Villalonga. Desde mediados de los 70 se convirtió en uno de los pilares del fútbol base, junto a Santos Bedoya, José Antonio Viera, Pepe Alfaro y -más tarde- Manolo Cardo y Baby Acosta, llegando a dirigir el Sevilla Atlético y fichando a futbolista de la talla de Rubio o Jiménez.

Valero abandonó al Sevilla entrados los 80. Probó suerte en otros banquillos. Finalmente dejó el fútbol, aunque no su relación con el Club, siendo una de los principales responsables de la Fundación de la Asociación de Veteranos, de la que fue presidente más de seis años. Justicia de ley fue recibir en noviembre de 2012 el V Dorsal de Leyenda para un futbolista que merece estar en el selecto club de los elegidos del estadio Ramón Sánchez Pizjuán.